Martes, 20 Agosto 2019 23:33

Acto en la plaza en homenaje a San Martín

ORGANIZADO POR LA ESCUELA TÉCNICA Y LA ESCUELA AGROTÉCNICA

Martes, 20 de agosto de 2019

La escuela Técnica Itá Ibaté y la escuela Agrotécnica de Arerungua con un acto en la plaza el sábado recordaron un nuevo aniversario de la muerte del padre de la patria.

Luego de entonar las estrofas del Himno Nacional Argentino, el presbítero Víctor Aranda realizó una bendición religiosa, seguidamente un minuto de silencio interpretado por Federico Aponte Maciel.



La ofrenda floral fue depositada al pie del busto del Gral. San Martín, por el intendente Walter Almirón, jefe de comisaria Benjamin Caceres y el jefe de prefectura Raúl Gastón Fontana.

Se puso en escena un montaje entrevistando al General José Francisco de San Martín

Idea original: Lalo Mir, adaptación Ivana May, Ramiro Quintana. Edición Rolando Quintana.
Voz: Teresita Lotero.
Panelista Sara Brown, Viviana Maciel, Oreste Aponte, diego Esquivel.
Maquilladora Brisa Lind. Asistente Daniela Sotelo,
Producción Manuel Balbuena Caceres,
Canción interpretada por Lisandro Cabrera,
En el personaje de San Martín el profesor Jojsé Braerd.
Coordinación general Prof. Virginia Bernardis

Discurso del profesor Febricio Russo

Don José de San Martín Matorras nació en Yapeyú, provincia de Corrientes. el 25 de febrero de 1778. Sus padres fueron Juan de San Martín y Gregoria Matorras. A los nueve años viajó a España y a los 11 inició su carrera militar como cadete del Regimiento de Murcia. Combatió contra moros, franceses y portugueses. Desde 1808 luchó contra el ejército napoleónico que invadió España, pero en 1812 se embarcó a Londres, y luego a Buenos Aires para luchar por la independencia americana. En 1813, lideró el regimiento Granaderos a Caballo que derrotó a los realistas en la batalla de San Lorenzo. En 1814, San Martín fue nombrado gobernador de la Intendencia de Cuyo y se instaló en su capital, Mendoza, para iniciar los preparativos de su expedición libertadora del Perú. De 1814 a 1817 organizó el Ejército de los Andes, con el cual cruzó la Cordillera y logró la independencia de Chile con la victoria de Maipú, en 1818. En 1820 llegó al Perú, y en julio de 1821 proclamó su independencia en Lima. Gobernó el Perú hasta setiembre de 1822, pero no pudo derrotar definitivamente al virrey La Serna. Se retiró para dejarle el camino libre a Simón Bolívar. Llegó a Buenos Aires en 1823 y al año siguiente enrumbó a Europa.

Se instaló en Francia y falleció en Boulogne-sur-Mer, el 17 de agosto de 1850.

Ahora bien, esta pequeña reseña histórica debe revestir siempre un carácter reflexivo para así poder resignificarla en tiempos actuales y es por ello que, expresa para mí una satisfacción enorme enunciar este humilde discurso por el aniversario número 169 del fallecimiento del General José de San Martín. Creo imprescindible para esta ocasión orientar mi discurso no al prócer; no a la construcción maniqueista que una nación hace de sus héroes, sino al hombre de carne y hueso que en su condición tal comete aciertos, pero también errores; al hombre que se regocija, pero que también sufre; al hombre que está convencido pero que también, por momentos, duda. Este introito consiste particularmente en bajar del pedestal por un momento a un hombre que ha cimentado las bases fundamentales de esta querida nación con un compromiso y una tenacidad inviolables; y eso señoras y señores lo hace aún más grande. Hablar del general San Martín me lleva a pensar, en primera instancia, de ese hombre de carne y hueso que ha soñado en pos del porvenir de la Patria; sin egoísmos ni miserias. En segunda instancia, de aquel que seguramente como todos nosotros ha tenido sus contradicciones y temores a la hora de confrontar sus ideas con el otro; pero que a su vez y en última

instancia no se ha puesto jamás por delante de los intereses que competen al bienestar del pueblo. Y ahí, estoy absolutamente convencido que es esto último lo que lo convierte al general José de San Martin en un ser humano extraordinario. Hombre de valor, comprensivo, idealista pero también realista. Su valor radicaba no en su valentía per se sino en la determinación que solo se avanza hacia un cambio con voluntad y acción. Su comprensión en lograr consensuar con el otro teniendo en cuenta que también existen los disensos. Su idealismo por considerar que la dignidad y la honestidad no se negocian y mucho menos se corrompen; y su realismo por entender que el cambio no se construye de la noche a la mañana y no se logra solo sino acompañado.

Deberíamos quizá preguntarnos todos nosotros ¿que implica un acto noble? Y quizá una de las tantas respuestas sea el de poder aportar un granito de arena para que todos podamos estar mejor. Y yo agregaría además que el acto más noble de todos es aquel que se hace sabiendo de que quizá uno no vea los resultados inmediatos, pero piense que florecerá para las generaciones venideras. Y ahí deberíamos volver a preguntarnos ¿Estaríamos dispuesto a ello? Estoy convencido que justamente esto es lo que hizo grande al general San Martín y es nuestro deber y obligación seguir fomentando aquellos sueños de libertad y progreso para que nuestros hijos y nuestros alumnos vivan en un lugar mejor. Como diría el general Seamos libres y lo demás no importa nada.

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